viernes, noviembre 19, 2004

un sombrero italiano de invierno (niña de biblioteca)

Tú estabas sentada una mesa más allá, con tu trenka de pana azul a tu lado, en otra silla; con tu pelo cobrizo recogido y un precioso sombrero azul, no recuerdo de qué marca, pero sí que era italiano. Parecías tan distante a todo lo que te rodeaba en aquella sala de lectura infantil de la biblioteca pública, mientras leías "El Principito", y esperabas que mamá te viniera a recoger después del trabajo.

Eras una niña, pero una niña preciosa, y yo un crío de 13 años, tantos, o, quizá, uno más que tú. Hiciste que me olvidara por completo de mi trabajo sobre los delfines para clase de Ciencias. Por primera vez, me hiciste despegar del suelo y tener una pequeña sonrisa en los labios, la misma que tengo ahora al recordar que, de niño, una vez y en una biblioteca, me enamoré. Por mi cabeza la única idea que pasaba era poder decirte "hola", o cualquier otra cosa; pero me parecía imposible. Tú, ahí, tan maravillosa, tan linda, leyendo placenteramente uno de los que, seguro, hoy está entre tus libros de cabecera; y yo, allí sentado, solo, enfrascado en un trabajo, con mi viejo chándal y la camiseta del campamento al que había asistido el verano anterior. Tan lejos de toda tu belleza.

Cuando tu madre vino a buscarte, te levantaste, y te diste la vuelta para poder llevar aquel libro a su lugar, en la estantería que estaba detrás de mí. Fue entonces cuando me miraste. Quedé petrificado, con la vista perdida, en ningún sitio. Sé que antes de irte miraste, breve, fugaz, como una estrella, de nuevo hacia mí; debió ser por lo rojo que me puse, no lo sé. Sólo sé que, en aquel momento, habría firmado porque tú y tus ojos verdes fueran lo único que llenara mi vida...aquellos ojos verdes que, hoy sé, nunca podré besar.

No hay comentarios: