martes, septiembre 18, 2007

las palomas

Todas las tardes baja, al poco de comer, con una bolsa con pan duro, que toma pedazo a pedazo entre sus manos, y poco a poco, va desmigando, mientras las sombras de los olmos llegan un poco más allá del banco donde, cada día, al poco de comer, baja a sentarse, con su boina calada, su chaqueta marrón de franela, sus pantalones de tergal gris y su camisa de algodón blanca, que seguro tiene sus iniciales bordadas en granate en el bolsillo.

Cada tarde de cada día, excepto los domingos y algún que otro sábado, baja con su bolsa de pan duro al banco de en frente de casa. Y es entonces cuando deja caer las migas en el suelo, no muy lejos de él, porque, en el fondo, sólo busca compañía, y poco a poco, con una timidez y un respeto extraño en ellas, las palomas van llegando, van acercándose ordenadas, sin montar sus típicos revuelos ni disputar una sola de las migas que, poco a poco, desgrana despacio y con minuciosidad de los mendrugos.

Muchas veces, desde mi ventana, le veo mover los labios mirándolas, mientras sigue desmigando para ellas...creo, que, en realidad, desmiga algo más que pan para esas palomas, y ellas, satisfechas, se encargan de tomarlo.

(-¿Has visto a ese señor mayor que siempre compra dos barras?
-que raro…si yo creía q vivía solo….)

5 comentarios:

Azahara dijo...

Curiosa historia... pero me suena un poco invernal para estas fechas :)

Raul dijo...

Lo que sea con tal de no estar solo.

Hay quien renuncia a sí mismo por los demás, afortunado el que sólo ha de comprar una barra más para que le atiendan las historias desgranadas...

Elena -sin h- dijo...

Al final es un poco lo que hacemos todos...

Anónimo dijo...

Quién sabe, quizá los momentos con las palomas sean más felices para él que los que tienen otras personas hablando entre sí.
El miedo a la soledad crea extrañas parejas. Pero lo que importa es sentirse acompañado, no?

Anónimo dijo...

Me saben a otoño esas migas =)
Saludos.