domingo, marzo 22, 2009

papá

De pequeños, los ojos miran hacia arriba con curiosidad hacia aquello que no se puede alcanzar; y nada más inalcanzable, de pequeño, que la grandeza de ser padre. Porque papá es el más fuerte, y el más listo; porque papá siempre dice la verdad, y lo sabe todo, y no hay ninguna pregunta que no pueda contestar; porque papá cuida y protege, y de mayor uno siempre quiere ser como papá. De pequeños aún no sabemos que papá es un hombre, y que como tal, tiene mil responsabilidades doblándole la espalda, que se cansa, que sus fuerzas se agotan, que también hay cosas que el no sabe. Pero eso, antes o después, lo descubrimos, y papá ya no es tan increíble, y papá deja de ser papá, para ser “mi padre”. O, al menos, dicen que eso suele ser así.

Recuerdo a mi padre cuando éramos pequeños, llevándonos al colegio, o yéndonos a buscar con el tío Mariano, que hoy quedaría en casa a comer. Recuerdo que mi padre sabía mucho, pero nunca me pregunté si sabría todo, ni imaginaba que supiera tanto como ahora sé que sabe. Recuerdo a mi padre riendo, y me alegro de ver que así sigue. Recuerdo los cuentos que inventaba para que comiéramos la verdura, como me convencía bautizando a la merluza con mi nombre para que la comiera sin chistar y feliz.

Recuerdo que siempre me han dicho que me parezco mucho a él; tanto, incluso, que, de pequeño, algunas de sus tías me llamaban Javierín. Hoy pienso que ojalá me siga pareciendo tanto, aunque eso también asuma ciertos defectos, pero ninguno capaz de eclipsar todas las virtudes de mi
padre.


Recuerdo también que el baloncesto, al igual que mucha música, Baroja o muchas otras cosas, me empezaron a gustar porque las compartía con él. Recuerdo que no se dejaba ganar, o eso creíamos, cuando mi hermano y yo jugábamos contra él, y eso siempre he creído que era bueno, pues es una forma de educar, y mi padre es un magnífico profesor, o, mejor, maestro. Un grandísimo maestro, como lo fuera su abuelo.

No necesito recordar a mi padre enamorado hasta las trancas de mi madre, porque aún hoy, después de más de 30 años juntos, lo sigo viendo cada día. Y sigue cuidando de todos nosotros, y trabajando hasta tarde por las noches, y levantándose el primero para trabajar antes de ir a dar clases, que sigue siendo trabajo. Y al revés de lo que se supone, la admiración por mi padre, ha ido creciendo con los años, con los días incluso, haciéndome sentirme orgulloso de ser su hijo.
Sólo me angustia pensar si conseguiré que algún día él sienta ese orgullo por mi culpa. Eso, y que la genética robledeja no me deje decirle así, cara a cara, sin motivo alguno, porque no lo necesito, que le admiro.


(felicidades papá)

4 comentarios:

Elendaewen dijo...

Apuesto que sí que te pareces a él. Apuesto que él escribiría lo mismo sobre ti.
Saludos.

Ferni V L dijo...

Seguro que te pereces a el. El es un gran hombre, en lo poco que lo conozco he de decir que asi es, aunque tb un poco picotero con algunos temas jjijiji. En fin que me alegro que quieras ser como tu padre y que le admires. De algun modo, me veo reflejado en esa historia porque mi casa es tanto de lo mismo. No se si te has fijado en mi flog del dia del padre pero decia un poco lo mismo. Y que suerte que podamos admirar a nuestros padres y querer ser como ellos, porque no todo el mundo puede decir lo mismo de los suyos.

Me sorprende que escribas en primera y tercera persona y que utilices nombres propios pero alguna vez tenia que ser no? jeje

He vuelto por aqui tenia esto abandonado desde hace un año y hoy tengo ganas de escribir pero no tiempo. Dentro de un rato lo intentaré

saludos campeon, tu tb eres un tio grande

Anónimo dijo...

hay muchas cosas q yo nunca dije, creo q los hijos no sabemos hacerlo, pero quiero pensar q papá y mamá saben lo q pensamos de ellos.

gracias por hacerme llorar un poco :)

besos

Úrsula

Mysteries. dijo...

Y cada uno de nuestros padres,
siempre nos enseñan todo lo que saben,
aunque muchas veces,
neguemos a oirles con todas nuestras fuerzas.

El tiempo,
nos demuestra,
que acabamos adorandoles,
hasta más allá del límite de los días.

Miss.