manos de tiempo

Se han vuelto torpes. Antes sus dedos también eran rechonchos, pero tenían vigor. Su piel se ha arrugado como una hoja estirada después de ser bola de papel. Se tacto no es áspero; solo frío y seco. Se han moteado, y las uñas están cuarteadas y débiles. Su dorso es venoso, y su único brillo reside en alguna cana aislada, parada, como ausente; apenas recuerda el brillo de una juventud que ya no se olvida, que será olvidada. Y aún son manos de palmas cálidas, manos amables, más amables si cabe que antaño. Y su caricia es sincera, sin temor de hacer débil con cariño, porque para eso estuvieron los años, para aprender y hacerse fuerte, y también, más cercano, como el tacto de una caricia un poco temblorosa, pero con sonrisa dulce, con tacto tierno.