jueves, abril 14, 2005

kafka, cortazar, rutina y tedio

Quizá sólo sea un segundo, o, quizá una vida entera. No lo sé. A veces te despiertas y te das cuenta que la luz que entra entre las rendijas de la persiana no es el sol, sino la farola de la acera de enfrente, o quizá...ya solo queden días grises tras tu ventana, ¿o más bien sería tras tus pupilas? No lo sé, después de todo, apenas sé nada más allá de lo que ya he dejado entrever...mas, no por ello quiero echarme atrás, pero es tan difícil acostumbrarse a una vida escrita con k, tan gris, siendo solo un punto más en toda esa masa gris, un coleóptero más que se refugia debajo de su cama y se conforma con el plato de comida que mamá, sin atreverse a mirar, le deja a la puerta...¿cómo ser algo más que un regalo para un reloj?

play: "Instrucciones para dar cuerda a un reloj", Migala (restos de un incendio)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

los días grises lo son por las pupilas, sin duda... pero oye, respecto a esta entrada... si algún día te haces con la respuesta a eso de dejar de ser un regalo para un reloj... házmelo saber!

Un Saludo.

M dijo...

los días grises lo son por las pupilas, sin duda... pero oye, respecto a esta entrada... si algún día te haces con la respuesta a eso de dejar de ser un regalo para un reloj... házmelo saber!

Un Saludo.

E dijo...

"La tentación es lo que nos salva del continuo aburrimiento" (Oscar Wilde)

A veces vemos todas las luces artificiales, pero la luz de algunas miradas es más natural aún que la del sol. Mira a tu alrededor abriendo bien las persianas y los ojos.

(Me encanta ese tema de Migala)

T. dijo...

Kafka decía que sus historias eran una forma de cerrar los ojos. Supongo que con los párpados vendados uno no se da cuenta de si es un escarabajo que vive cerca del Vltava o de si las estrellas de colores han servido de molde para formar nuestros sentidos.

Es difícil saberlo.

En cualquier caso, Cortázar - a pesar de la lluvia y de la tormenta de ranas - dejaba un hueco para La Maga diciendo que siempre extraña el ozono de la calle. Es como un caballo, sólo adora las cosas puras y sin mezcla. Los colores primarios, la escala de siete notas. No es humana, créeme.

Todo se reduce a lo mismo: los hombres-reloj no sirven para contar cuentos.