martes, septiembre 13, 2005

diez días en australia

Me vine a Sydney porque alguien me contó que, aquí, las lágrimas caían hacía arriba, y nunca más se encharcarían en mis ojos, callendo hacia adentro, lento, erosionando con su gota a gota mi oxidado corazón, hurtándome el aire del pecho, con su gota a gota hasta llegar a ahogarme.

Alguien me contó que el cielo aquí es distinto, porque está cargado de lágrimas, y que por eso los canguros saltan, porque quieren beber de ese elixir de eterna juventud. Si cada lágrima del cielo azul del día de Australia, son las estrellas de otras noches, ¿por qué en mi pecho aún hay tanta agua?

8 comentarios:

nocheoscura dijo...

Porque ese Sidney no está en Australia, está en otro sitio, pero no en Australia, ¿has probado a buscarlo dentro de ti?

Anónimo dijo...

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo."

... dijo...

¿Y era cierto?

kay dijo...

dónde te habías metido?
por qué eres tan genial?
;)

Marta dijo...

No, no tuve nunca otro blog... Este es el primero. Me salté octubre para centrarme en noviembre; no sé si podría contarte algo sobre octubre... (En realidad el nombre sale del grupo de teatro independiente) Y hoy en septiembre sólo puedo... ponerte el café.
Por cierto, cómo es noviembre allí?

M dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
M dijo...

es curioso eso de que por allí se llora al revés, las lágrimas deberían ir siempre hacia arriba sin duda...

creo que si algún día vuelvo a llorar haré el pino, creo que haré el pino igualmente.

Un saludo.
M.

T. dijo...

jo, qué idea tan bonita lo de las lágrimas que caen hacia arriba... pensaré en ello todo el día...