De aquel viejo usurero de la calle del Comandante Zorita aprendió tres cosas:
la primera fue que ningún hombre es lo que parece,
la segunda, que en un negocio, no se fía,
y la tercera, y más dolorosa, qu el cariño no vale nada.
Eso fue lo que aprendió Gabi el día que fue a empeñar su bicicleta, con la esperanza de poder comprarle algo bonito a Alma.
1 comentario:
gracias! me encanta descubrir letras como las tuyas ;) te invito a kyoto
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