Marlene se cansó. Se cansó de aquel sórdido cuarto del Huracán 72. Se cansó de no poder gritar para soltar toda su rabia (o, quizá, de no querer). Se cansó de las risas ajenas. Se cansó de tragar semen y su orgullo, el poco que le iba quedando cada día, perdiendolo por el bidé. Se cansó de su pizarra, a pesar de ser lo poco que le quedaba de su infancia de bruma y carbón; y fue en esta donde, asfixiada por la humillación y el orvallo, escribió sus últimas palabras.
Un mes más tarde, alguien la encontró ahorcada en su cuarto; ¿cómo se podían haber olvidado de la mudina durante tantos días?
play:"Hablando de Marlene", de Nacho Vegas
3 comentarios:
Tal vez nadie se atrevía a profanar el silencio en el que ella misma les había sumido. Quizás tenían miedo de reconocer que marlén era ya parte de sus vidas. Puede que en el fondo se rieran de ella para no tener que llorar.
Sea como sea, la mar borró hace tiempo su secreto de este mundo y Norteña jamás podrá olvidarla por más que lo intente.
No comento por comentar, sino porque de verdad me gustan tus palabras...
Publicar un comentario