Aquel día de Reyes, Jack salía de casa a las 6 de la tarde, camino de aquel pequeño parque donde quedaba con Gaby, junto a los columpios. Como era habitual, Gaby, se retrasaba, pero Jack era consciente de que en su trabajo sin contrato y sin dignidad, tendría que trabajar también un día festivo com aquel, y como siempre, estar más tiempo de lo suspuesto. Como tantas otras veces Jack esperaba a Gaby columpiándose y canturreando, y como tantas otras veces, Gaby llegó antes de lo q Jack se imaginaba, y, agazapada detrás del columpio, donde Jack no pudiera verla, le miraba sonriendo, con los ojos puestos en su niño grande. Cuando Jack bajó del columpio, quizá habrían transcurrido dos minutos desde que llegó Gaby, la vio, y se sonrojó, pues no le gustaba que le espiaran cuando se sentía niño...aunque lo que más avergonzó a Jack fue ver que Gaby llevaba una bolsa enorme con un regalo dentro. Él no había comprado nada, por falta de tiempo, de dinero, y de ideas, y no le gustaba recibir algo a cambio de nada.
Jack se acercó un poco vacilante a Gaby, y la saludó con uno de sus besos fugaces, un leve roce en sus labios, y se quedó mirando la bolsa.
"Es para tí", dijo Gaby, tendiéndosela.
"Lo suponía...pero no tenías pq...además, yo no te he traido nada".
"Es igual, me apetecía regalarte algo, cógelo".
Jack cogió la bolsa, y sentados en el banco abrió el regalo, era un precioso osito de peluche. Jack sonreía y se lo agradeció con un nuevo beso, muy tierno. Fue en ese momento cuando Jack sintió la necesidad de darle a Gaby lo que ella más deseaba, que no era otra cosa que oir de sus labios un "te quiero", algo tan común, pero que solo dos personas habían oido de los labios de Jack, y de eso hacía tanto...así que jack se armó de valor, y pidió a Gaby que se levantara del banco, y anduviera unos pasos, para "darle una sorpresa", así que cuando ya estaba a una distancia de unos 7 pasos, la pidió q se parase y le mirara. Gaby se giró y vio a Jack subido encima del banco, de pie, mirándola a los ojos, y diciéndola sin hablar "te quiero", luego repitiéndolo un poco más alto "te quiero", y después gritándolo a los cuatro vientos "¡TE QUIERO!".
Gaby corrió a abrazarle sin dejarle bajar del banco, y mientras se escapaba una lágrima, le susurró lo suficientemente alto: "ha sido mi mejor regalo de Reyes".
play: "chicle cosmos", de la casa azul
3 comentarios:
Bonitas historias en este blog escrito desde la antartida... algo así como buscar en Latonia la cabaña donde está dibujada la franja que separa...
Yo ya lo dije, en Reyes arrastro latas.
Mientras, aquel anciano les observaba desde aquel banco y sonreía...
Pienso que es muy lindo. Pienso que si fuera mi regalo no me gustaría ¿seré rara?
Un soplito de trópico para vos...
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