domingo, noviembre 16, 2008

distancias

Despierto casi sin querer, hecho un ovillo en el sofá. En la tele, un hombre gordo de bigote habla de las maravillas de un cuchillo capaz de cortar tomates, latas, coles y clavos. Miro el reloj. Son casi las 3 a.m.; eso me recuerda que mañana debería llamar a Hugo. Me incorporo, y con paso cauteloso, me acerco al dormitorio. Quizá ya hayas llegado y estés durmiendo.

La cama está desierta; aún no has llegado. Pienso que estoy cansado, que tengo sueño, y que debería acostarme, pero ya sabes lo mal que me hace sentir tu lado de la cama vacío; supongo que me aterra sentir tu ausencia.

Vuelvo al salón. Me envuelvo en la manta que mi madre nos regaló las pasadas navidades; huele un poco a ti, y eso me hace echarte un poco de menos. El hombre del bigote y sus cuchillos se han ido, y ahora una rubia oxigenada sentada al lado de un hombre canoso y visiblemente mayor que ella, habla de lo milagroso de un alargador de pene y como han recuperado la felicidad. Cambio de canal, mientras me acurruco un poco más en el sofá, y me encuentro con una película de Buster Keaton en la 2. En un de las escenas, todos ríen menos él; eso me produce pena, una especie de empatía con el pobre y ridiculizado cara de palo. Cambio de canal, y vuelvo a otra teletienda, donde una presentadora siliconada habla de las maravillas de una plataforma donde vibra el cuerpo de un cachas. Son casi las cuatro, y el sueño me vuelve a vencer, aunque tú aún no has llegado.

Me despierto al notar tu mano en mi hombro, y tu voz susurrante preguntándome si te estaba esperando; te digo que no, aunque los dos sabemos que miento. Me besas en la frente y me dices que vayamos a dormir. Te sigo por el pasillo, mirándote, tan bonita, con tu vestido morado nuevo, y la chaqueta negra, con esa pulsera que no me gusta, aunque te queda bien, y tengo la impresión de que has paseado así por alguno de mis sueños.

Nos vamos a dormir, y tras un corto beso de buenas noches, enfrentamos las espaldas, vencidos por el cansancio. Y ya, no puedo volverme a dormir hasta que no te siento dormida, y noto tu respiración y tu calor un poco más cerca. Y, entonces, me siento algo menos solo, y siento que hoy, en este momento, te quiero, pero me aterra pensar que mañana quizá ya no te pueda querer. Y no puedo dormir…

6 comentarios:

kyrah dijo...

Me alegra comprobar que no has perdido tu esencia.
Qué tierno :)

Laura dijo...

qué bonito...
sigues siendo tan tú...
(por qué siempre nos da por volver a la vez?)

Mysteries. dijo...

Y no puedes dormir,porque te dás cuenta,
que cuándo cierras los ojos,
y acercas las manos a su cintura,
ella, no está...

Ese vestido lila, tú la has desecho,
esa pulsera, tu la has lamido,
esos tacones, tú se los quitastes...

Y ella,
juega contigo...
Ella, es tú mente.

Buenas noshes...muác!.

Tengo... a sabé que tengo!.

:P

Elendaewen dijo...

Pues acércate y disipa los miedos. Se duerme mejor a pares que escuchando al otro.
Saludos.

Matilde dijo...

hola!no te conozco pero estoy convencida de q la chica del vestido morado tendría dulces sueños junto a ti. Está bien q haya gente así, todo tiene un poco más de sentido... nos vemos en los bares

kay dijo...

Echaba de menos leerte... por eso volví ayer. Tantas veces, tantas, tantas tuve pesadillas con perderle, con no volver a dormir con él, a olerle... una vez llegué a soñar con su indiferencia. Me desperté llorando y temblando como una hoja.
Cada día convivo con las pesadillas... Así que sólo puedo decirte que abraces muy fuerte a media noche, de madrugada, y cuando despiertes y veas que está... porque ahora yo sólo tengo aire... y nunca pensé que el aire doliera tanto
Abrazos muy ausentes