lunes, octubre 24, 2011

Trenes


Sigo pensando que el tren tiene algo mágico. Quizá ya no tanto en sus interiores, cada vez más parecidos a los aviones, donde ya no escribo en mi cuaderno sobre mis rodillas, sino en un portátil sobre la repisa del asiento de delante. Pero los trenes siguen teniendo magia, no sólo que sea rápido, ecológico, a veces puntual (más puntual cuanto más pagas), sino que en ellos hay algo que despierta algún recuerdo que no sé definir.
Quizá la culpa sea de la literatura o del cine. ¿Alguien se emocionaría con extraños en un autobús? O quizá sea que el autobús nos recuerda al colegio, y eso no es especialmente agradable siempre, de hecho, casi nunca lo es. O nos recuerden a las excursiones, que no siempre eran tan agradables como a veces nos gusta recordar. Aún así, hay quien prefiere el autobús; tú por ejemplo. Pero yo no. No sólo porque me asusten los autobuses, porque odie el tráfico, porque me parezcan poco estables, o porque me maree en un coche incluso para ir a ver a mis abuelos a menos de 40 minutos andando de mi casa.
Quizá sea el traqueteo, ese leve balanceo, o a veces, no tan leve. O los andenes. O el verle marchar sobre unas vías claras, sin nadie más que él, sin coches que lo adelanten. O porque me recuerda a las películas del oeste, y pensar y saber que a aquella ciudad la cambió que llegara el tren, aunque un tren nunca cambiaría a John Wayne.
O quizá no necesite darle tantas vueltas, buscar tres pies al gato, si no está cojo, tiene cuatro, y eso es bastante obvio. Quizá simplemente debería decir que me gusta viajar en tren. Pero me gusta tan poco usar la palabra debería...
Ahora, que todos los meses viajaré en tren, que me perderé en trenes subterráneos en los que ir de pie y con prisas, me pregunto, si me seguirá gustando el tren.

1 comentario:

Bb dijo...

No he estado en un tren (adentro de un tren) y eso incrementa la fantasía. Detesto los autobuses también y todo lo que implican. Sigo con mi afición a las bicicletas a pesar que ahora no puedo andar en ella.
Cuando pienso en trenes me acuerdo de mi pueblito montañoso, a donde llegan sólo los domingos. Extraño eso y extrañaba leerte.
Te mando un abrazo.