jueves, septiembre 06, 2012

allí donde solíamos gritar

Búscale entre los coletazos del final del verano. Antes de que empiecen las clases y las tardes se acorten. Búscale con mirada cómplice, y sonreíd. Reíos fuerte, corred por las calles persiguiéndoos como quien persigue ese tiempo que siempre se escapa. Refugiaos en los parques desiertos de las primeras horas sin luz y regalaos caricias de esas que exploran una geografía por primera vez. Disfrutad de perder la vergüenza. Disfrutad de hacer algo por primera vez. Escucha las canciones tristes que te grabará. Leed de noche, con ayuda de una pequeña linterna y bajo las sábanas esas cartas donde ponéis el alma al echaros de menos, aunque ayer estuvieráis juntos y vayáis a repetir esta tarde. Buscad un sitio alejado y elevado, desde donde podáis otear el horizonte sobre vuestra ciudad, e id allí a gritar.

Perdeos en vuestras primeras noche de fiesta, escondiéndoos de miradas indiscretas. Llegad tarde a casa y no sufráis por la bronca de vuestros padres; esa noche, al iros a dormir, dejad que la culpa se vaya diluyendo poco a poco y disfrutad del sabor de boca que deja saber que mereció la pena.

Decíos te quiero sin miedo, sin consecuencias, sin pediros nada a cambio. Sentid celos. Sufrid como solo se sabe sufrir a esa edad en que no somos conscientes de que hay mañana. Prometeos amor eterno. Emociónate cuando en un portal oscuro y ajeno te susurre que quiere pasar contigo cada día de su vida. Gritad desde vuestro rincón que sois indestructibles; que nunca existió un amor más verdadero y grande como el vuestro, pues vuestro amor es más grande que el amor de los mayores. Gritad que vuestro amor es eterno.

Y cuando pase el tiempo y solo quede ruido, gritaos, gritaos con ese odio que solo un amor así podía producir. Decid “no quiero verte nunca más”. Y unos días más tarde, frecuentad los sitios a los que íbais, pero por separado, con la esperanza de encontraros, con el temor de volver a veros. No os dirijáis la palabra. Decid a vuestros amigos “el muy cerdo”, “la muy guarra”.

Dejad que pasen los años entre otros muchos labios y dedos y manos y días y relaciones cada día más maduras y encontrad a alguien a quien querer de verdad con o sin drama, pero de verdad. Pero no os olvidéis.

Cuando os duela crecer, cuando la nostalgia del “cómo he llegado hasta aquí” os haga echar la vista atrás, volved a vuestra ciudad. Subid a aquel lugar. Con suerte, os encontraréis, y podréis volver a gritar.

Y quizá luego podréis tomaros un café, como dos viejos amigos, que se miran con la ilusión de ver a un fantasma al que añoraban. Poneos al día, pero no os dejéis engañar. No es amor lo que véis en el fondo de los ojos.

Eso que ves en el fondo de sus ojos, eso que añoras y que deseas y que quieres con la misma locura que años atrás, eso es lo que tú fuiste.

Y ahora es cuando podrás empezar a dejar de echarte de menos.

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