Cuando se apaga la luz de agosto en Norteña. Cuando se
acerca la ciudad que me vio nacer y tardó en volver a verme crecer. Cuando
atravesamos carreteras cargadas de recuerdos, de maletas, de vacaciones de
verano en familia, de viajes a la zona más meridional de mi vida dormido en el
asiento de atrás de un Seat Ronda, acurrucado junto a mi hermano.
Cuando aumentan el número de coches que nos rodean, y rompe el
horizonte cuatro lanzas de acero y cristal; cuando nos acercamos a
despertadores marcando las 5:45, ventanas cerradas y luces esperando a ser
encendidas.
Cuando se acerca la medianoche y tus cabezadas de sofá son
ya un sueño profundo, con mi mano sobre tu vientre, acariciando lo que nos
depara el futuro más próximo, y sabiendo que sin ella no podrá ser lo mismo, no
podré ser completamente feliz, me doy cuenta de lo mucho que añoro su abrazo y
sus palabras. Y que será así toda la vida.
“Ahora que se ha hecho de día, viajo despacio al sur de mi
vida”.
1 comentario:
Aunque sea difícil de asimilar, aunque a veces lo sientas lejano, ese abrazo lo tendrás siempre. Cierra los ojos y piensa que aunque no te des cuenta, ella siempre estará ahí dándote ese abrazo y ese beso de buenas noches.
Publicar un comentario