viernes, abril 01, 2016

01:35 am

Hace un par de horas que las calles están desiertas. Lejos quedan esas calles vestidas de viernes, música y bailes. El silencio, roto de vez en cuando por la tos quejicosa de un pequeñajo de poco más de un año, se ha ido adueñando de la casa.

Las ciudades grandes duermen en los barrios que las abrazan. Supongo que, como todos, buscan el consuelo y encuentran el descanso en la redondeada forma de proteger que tienen los brazos que son queridos. Por eso acepto, una vez más, mi derrota ante el papel en blanco. Apago las luces, y me dirijo sigiloso al dormitorio, a buscar tu abrazo entre las sábanas; mi cobijo.


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