sábado, junio 02, 2007
pudor
(Del lat. pudor, -ōris) m. Honestidad, modestia, recato; m. desus. Mal olor, hedor.
Nada más cerrar la puerta, se apoyó contra ella, y cerrando los ojos, con los dientes apretados y el ceño fruncido, se maldijo. Maldijo la hora en la que se le había ocurrido llamarla, y, aún más, la hora en la que te había dicho adiós.
No tardó en notar ese olor. Su olor. Esa mezcla a agua de colonia y sexo; a prisas y deseos incompletos; a frustración. No tardaron tampoco en llegarle las náuseas. Aturdido, consiguió llegar al baño, y arrodillarse ante el retrete. Tampoco tardaron en aparecer las arcadas. Primero dos seguidas, no muy intensas, pero que le sacudieron por dentro lo suficiente como para remover todo su interior y conseguir que se vaciara con la cabeza a escasos centímetros de la porcelana. Y ese olor. Le aturdía; le ensuciaba, le hacía sentir sórdido, perdido, solo y despreciable. Desde el suelo, donde caído se retorcía aún un poco, entre el dolor de perder, la hiel y la vergüenza, consiguió desnudarse y arrastrarse a la bañera. Abrió el grifo del agua. El frío le envolvió haciéndole erizar la piel; aún así, no se apartó. Era su pequeño autocastigo, su condena a su estupidez. Con las manos llenas de jabón se frotaba la piel buscando eliminar aquel olor, despegarlo de cada centímetro de su tacto, y que se fuera, junto con su dignidad, por el desagüe.
A pesar de sus intentos, ese olor, no se iba. Se frotaba cada vez con más intensidad, frenético, como un loco. No lo notó, pero el agua empezó a teñirse del rojo de las llagas que se producía; su piel quedaba en carne viva, y la mezcla del agua helada y el gel le empezaba a escocer como sal.
Y, a pesar de estar en carne viva, seguía sin sentir más dolor que el que le había inundado el pecho con ese olor. Ese maldito olor que no conseguía desterrar.
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5 comentarios:
A lo que huele la culpa y el color con el que desaparece cañerías abajo...
Saludos
que trsite lo que cuenta, que duro es ese dolor, que asco de olor, y que intenso sufrimiento
Si olvidar y borrar nuestros actos fuera tan sencillo como frotar fuerte nuestra vida sería mucho más sencilla. A veces hace falta una herida sangrante para darse cuenta de ello.
MUXUS
Y ¿qué pasó al día siguiente cuando despertó? ¿aquel olor se había marchado?
A veces, simplemente hay que dejar que pase el tiempo, el tiempo se lo lleva todo...
Desde mi Atalaya
Gracias por seguir ahí.
Y por las letras, las echaba de menos. Y las mías también. He estado en mitad de todo y de nada, pero bien.
A veces crecer sólo tendría que servir para dejarnos seguir equivocándonos. Pero últimamente parece una especie de cruzada sin diccionario para descifrar nada. Y un aspersor de veneno para no dejar que el tiempo avance naturalmente.
Te mando besos desde el centro de la B
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