jueves, diciembre 23, 2010

Aguinaldo

Cerró la presa de arriba y esperó que desaguara el canal tras la rueda. Miró al lodazal del fondo, y vio descansar sobre ellas tres truchas que habían quedado entrampadas, dos medias y la otra bastante hermosa.

-Maxi, ven para acá.

El mocín triscaba con la Mora por enrededor del molino, y, al oir la voz de su padre, echó a correr hacia el lateral del canal. “Vamos, Mora, que nos llama padre”.

-Toma, llévale esta trucha a la maestra. Pero no se la cobres que te conozco. Esta se la damos de aguinaldo.

-Sí, padre. ¡Mora, vamos, que hay que bajar a la escuela!

El chico se alejaba a prisas, como siempre, con la Mora, y a su padre apenas le dio tiempo a vocearle: “Maxi, id por las Eras, que aguantáis más”.

Demoraron un poco en las Eras, mientras la Mora hocicaba en las conejeras. Era lista la perra, y lo llevaba en la sangre, pues, por sus hechuras, parecía cruce de cazadora y otra cosa, quizá tuviera algo de loba y por eso el morro lo tuviera afinado. Comenzó el animal a tirar como loca de algo que encontró bien metido en la guarduja. Maxi la miró hozar, y rápidamente se dio cuenta. “Ha pescado pieza, seguro”.

Se acercó el chaval y entre la perra y él sacaron a relucir una liebrina parda de buen tamaño. Cogiola Maxi, y con la piedra más cercana, de un solo golpe la desnucó. Con una sonrisa y la liebre colgando por las patas del cordel que hacía las veces de cinto apretó el paso hacia la escuela.

Como domingo que era, la escuela estaba cerrada, pero la casa de la maestra estaba pegada a las aulas, así pues, con llamarla, seguro saldría a ver que pasaba.

-¡Señorita, señorita!

-Maxi, ¿qué haces aquí el domingo? ¿Tanto quieres aprender?

-No es eso señorita. Traigole una trucha que me dio padre para usted, y también esta liebre. Está recién cogida, ahí en la Era, entre la Mora y yo. La trucha la ha cogido padre del canal del molino, que esta vez no las he cogido yo con raíz de Torbisca, que sé que no le gusta que las duerma para atroparlas.

-Muy bien, Maxi, y muchas gracias. ¿Qué te doy? ¿Dos pesetas por pieza?

-No, señorita, no se le ocurra. Que esto es aguinaldo. Para que tenga cena mañana, que es Nochebuena. Para eso me mandó padre.

-Pues dale las gracias a Graciano por las dos piezas.

-Por la trucha, señorita. La liebre es mía. Bueno, mía y de la Mora. Y esa no se la cobro, que es aguinaldo, para agradecerle que me ayude a dejar de ser burro.

-Gracias, Maxi. Anda, vuelve al molino, que Graciano necesitará que andes por allí cerca.

-Sí, señorita.

El chaval volvió a trotar por las calles del pueblo, pero antes de perder de vista la escuela, se dio la vuelta para gritar: “¡Señorita, la liebre oréela y no la coma hasta San Esteban, que seguro que para el 25 aún tira a monte! ¡Ah! ¡Y feliz navidad, señorita!”.

1 comentario:

Lost in Translation dijo...

Hola!!! muchas gracias por dejarme un comentario, hacia tiempo que no me metía y los he estado leyendo :) Te deseo un feliz año 2011, que aunque suene a tópico espero de veras que sea mejor que este. Un besazoo