sábado, junio 17, 2017

veranos

Añoro los veranos eternos de la infancia. Horas de luz y de juego. Correr hacia el mar y entrar contra las olas del norte o recibir el abrazo del Mediterráneo. Balones rebotando contra la tabla y el aro con papá y Fernando. Noches en la terraza jugando a las cartas. Coger moras y ver las estrellas en Santovenia. Dormir en el coche con la cabeza en el regazo de mi hermano. Horas dentro del agua y mamá esperando al borde con la toalla. Chapotear en la piscina de la Brisa y escabuchar patatas con el abuelo. Fernando masticando hojas de menta. Dormir en casa de abuelita e ir corriendo a buscar a las primas. Los columpios de Quevedo junto a los patos. El barco saliendo de Denia. Los gofres en los puestos del paseo marítimo y los helados italianos. Velas de cumpleaños en una lasaña.
Y ahora toca construir nuevos veranos. Más breves. Más calurosos. Con parques y chorros y pistolas de agua y el Arbeyal y lugares comunes y el bosque de robles con su camino lleno de ranas.
Y ahora toca seguir.

martes, abril 25, 2017

17 de abril

La mujer de mi vida
llora a veces y yo no siempre la entiendo.
La mujer de mi vida
me mira con ojos grandes y sinceros.
La mujer de mi vida
tiene los labios finos y rectos.
La mujer de mi vida
me regala sonrisas sin saberlo.
La mujer de mi vida
pesó al nacer dos kilos ochocientos.
La mujer de mi vida
tiene dos años menos
que el hombre de mi vida,
que la cuida con afecto.
Y así llenamos nuestra vida,
y así nos sentimos plenos.

sábado, abril 15, 2017

línea 34

Te miraba desde lejos; como el que reconoce a un viejo amigo y siente en el alma la forma de un abrazo que nadie supo llenar. Habías cambiado. Como yo. Como todos.
Te miraba con curiosidad, sin estar muy seguro de si serías tú o de si mi miopía me engañaba.
Te miraba y me preguntaba si tú me mirarías a mí.

Y me preguntaba si a tí también te doblaba la espalda el cansancio de jornadas infinitas frente a una pantalla, si seguirías escribiendo a escondidas y volverías andando a casa llenando tus oídos de canciones tristes.
Y me preguntaba si tú también disfrutarías de tardes de parques y pequeños llamándote con los brazos extendidos, de noches agotados y acurrucados bajo una manta en el sofá con la tele bajita para no despertarlos; de esa felicidad tan mayúscula que la juventud nos cegaba con brillos de falsos espejos.
Y me preguntaba si, como yo, habrías aprendido ya a querer más allá de aquel abominable “hoy” que siempre me produjo terror.
Y me preguntaba si acercarme, si mirarte a los ojos y preguntarte por primera vez “¿Qué tal?”.
Y me preguntaba si tú me reconocerías.
Y me preguntaba qué se puede decir a alguien a quien ya no quieres y que no se confunda con el rencor.
Y me preguntaba qué se puede preguntar a alguien que ya no eres.

sábado, noviembre 26, 2016

anuncio por palabras

Antena de TV busca buenas noticias que transmitir, ante la saturación sufrida por bombardeos, corrupción, hambre, atentados, incendios, desertización, cotilleos, terrorismo, contaminación, etc.

Por favor, sálvense a tiempo, corran y díganle a todas esas personas especiales lo especiales que son, o lo mucho que las quieren. Está claro que a mí me han prohibido hacerlo.


(León, otoño de 2006)

viernes, octubre 14, 2016

Vals para domingo y cocina

¿Dónde estoy? Parece que me quedé dormido. Parpadeo. Bostezo. Vuelvo a parpadear. Estoy en el salón, sobre el cojín grande. Ahí está Pato. Parece que no está muy hablador. ¿Qué es eso que suena? ¿Música? Sí, es música. Creo que conozco la canción.

Me levanto despacio; esto no es tan fácil como parece. Ruedo un poco. Apoyo las manos mientras estiro las piernas y me tambaleo un poco. Conseguido; ya estoy de pie. Doy el primer paso, que siempre es más complicado. Los demás vienen solos. Vaya, ¿esta planta siempre ha estado aquí? La rodeo un poco y me asomo a la puerta de donde sale música. Es la cocina.

Están los dos. Bailan despacio y abrazados. Sonrío y me siento para verles mejor. ¿Qué es esto? Ah, es mi pie. Lo cojo y vuelvo a mirarles. Siguen bailando. Sonrío de nuevo.La canción está acabando, así que empiezo a aplaudir. Es lo que se hace cuando algo te gusta, ¿no?

-Mira quien se ha despertado de la siesta.
-¡Peque!, ¿pero qué haces ahí sentado? Anda, cariño, ven a merendar.

viernes, abril 01, 2016

01:35 am

Hace un par de horas que las calles están desiertas. Lejos quedan esas calles vestidas de viernes, música y bailes. El silencio, roto de vez en cuando por la tos quejicosa de un pequeñajo de poco más de un año, se ha ido adueñando de la casa.

Las ciudades grandes duermen en los barrios que las abrazan. Supongo que, como todos, buscan el consuelo y encuentran el descanso en la redondeada forma de proteger que tienen los brazos que son queridos. Por eso acepto, una vez más, mi derrota ante el papel en blanco. Apago las luces, y me dirijo sigiloso al dormitorio, a buscar tu abrazo entre las sábanas; mi cobijo.


jueves, marzo 24, 2016

#4

Tú la nieve, yo la lluvia
(que corre sin esperar el frío para abrazar tus copos y colarnos juntos entre los ríos y los mares)

Tú el sol, yo la nube
(que se deshilacha para abrazarte y quedarme un poco para mí toda tu luz)

Tú los mayores, yo los menores
(que se entrelazan en bellas melodías que tarareamos arrullando a un pequeño trozo de cielo
De nieve y lluvia
De sol y nube
El mayor de los menores)